Cinéfilos curiosos

jueves, 16 de junio de 2016

INTRUZ / THE HERE AFTER (Marcus Von Horn, 2015)











Prepárense para entrar en El Mundo Friki, lo cual no es sorprendente tratándose del espacio de un Cinéfilo Ignorante. Ya habrán visto que muchas de las películas aquí reseñadas no las conoce ni la madre del propio director del producto, así que... Podríamos recurrir a la excusa de que este blog cumple una labor divulgativa de filmes que, ejem, no encuentran una salida, ejem, comercial, o que, por diversos motivos, quedan fuera del alcance del gran público. No cuela: el Cinéfilo Ignorante halla la explicación a su apodo más en el primer hecho que en el segundo; es decir: que quiere cine y más cine sea como sea. Se trata, pues, de sentirse atraído por Lo Raro sin más ni más.


En esta ocasión, lo ruauo ruauo es:
1) encontrarse en Cracovia (República de Polonia), lo cual no es, si ustedes se paran a considerarlo, tan excéntrico teniendo en cuenta la cantidad de españoles que la recorren bien erasmuseando o bien turistizando una ciudad que, ahora mismo, está más que De Moda;
2) inopinadamente, toparse con cartelones que anuncian la celebración del Off Cinema, o sea: Un Festival de Cine Independiente, hecho no tan raro como pudiera suponerse dada la profusión de festivales cinematográficos por doquier, y
3) comprobar que la película que se viene a ver es una producción polaca filmada en Suecia con actores suecos y con un título tan confuso que no lo acierta a reconocer ni el propio taquillero del cine independiente donde se proyecta la obra conocida como... Intruz. O The Here After. O de ninguna de las dos maneras.















Días, muchos días, después de la proyección, veremos que encontrar datos sobre Intruz no es en absoluto tarea fácil a menos que ustedes sean duchos en la bella mas escasamente comprensible lengua polaca, que es el idioma vehicular si se quiere saber algo más sobre aquél. Es una lástima porque no va ser este blog el encargado de propagar el cine independiente entre las masas. Por último y antes de entrar en materia, un aviso para navegantes: no se confundan con la Película De Cine de Mamporros (Perdón: De Acción) de título muy parecido.











A pesar del carácter friki d´El Cinéfilo, todavía le queda el suficiente sentido común o de La Mayoría de los Mortales para poner en tela de juicio el decorado y ambiente general propios de las salas de cine llamado independiente. ¿A qué esos pósters rancios en prácticamente todas las salas de cine para culturetas en cualquier lugar del mundo? ¿Cuál es la explicación de los estrechos pasillos y aún más angostas escaleras? ¿Qué se pretende con la proliferación de espacios lóbregos o escasamente iluminados? No se sabe: o ahorrar en el exiguo presupuesto de los locales a las que no acuden las multitutes, o darle más intriga al asunto a base de unas buenas dosis de penumbra o, por el contrario, lograr una apariencia de viejuno para resaltar la oposición a las luces exageradamente cegadoras del universo de los centros comerciales.











Dic´El Cinéfilo Ignorante que existirá el deseable Término Medio y que por qué no se pueden combinar esas dos constelaciones en un solo mundo. Sí; queda muy bien la idea, pero, mientras nos llega o no, toca hablar de la película que titula este texto, ¿verdad? O sea: que nos quedamos en El Mundo Friki para contar que, una vez sentado o, más bien, semienterrado El Cinéfilo Ignorante en los mullidos asientos del envejecido cine Krakowskie Centrum Kinowe, se enfrenta a una trama ciertamente atractiva y perdonen ustedes un atisbo de spoiling: chico que regresa al barrio residencial donde, glubs, asesinó a una muchacha con la que, um, salía. Ahí es nada.











Añádase a esto que las escenas se desarrollan en una zona de viviendas muy suecas; es decir, de un nivel de vida más que aceptable y, continuando con el carácter escandinavo del asunto, nos encontramos con unas interpretaciones magistrales de unos actores que, para nosotros, no son conocidos más allá del comedor de su casa y que, sin embargo, se desenvuelven en el medio cinematográfico con un talento que nos deja mudos. Así pues, lo atractivo de la trama va parejo en calidad con la actuación de los protagonistas.















De forma completamente neutral, completemos el spoiling informando de que la peli va sobre la integración o, más bien, la reintegración del protagonista en esa sociedad acomodada, comodona y acomodaticia que tiene el abuso de la ingesta de bebidas alcohólicas como manifestación de alivio más común y que hace un recibimiento frío y receloso al joven delincuente, como es de esperar en un guion que aspira a reflejar la realidad.
















Vamos con los peros: a Intruz, igual que le sucede a muchísimas películas españolas tenidas por, más ejem todavía, buenas, le afecta el Síndrome de Serie de Televisión Emitida por Cadena Destinada a Públicos Poco Exigentes, a saber, el amasijo de una serie de acontecimientos más o menos ligeros o graves pero de una magnitud tan reducida que ninguno se convierte en el hilo conductor de la historia. Así, el aficionado asiste a esa sucesión de anécdotas que se relatan durante demasiado tiempo hasta que...

 













...Hasta que el realizador de la película da un maravilloso aunque terrible golpe de efecto cuando la familia anfitriona del chico descarriado modifica radicalmente la actitud que ha mostrado ante él desde que este regresó al hogar. A consecuencia de tal cambio, la pantalla recoge una escena absolutamente irresistible en un espacio casi vacío y en medio de una noche cerrada. Es la cumbre de la película que pocos podrían esperar y por la que vale la pena asistir a la proyección de Intruz.
















Después de esa escena, no falta mucho para el final. Hemos presenciado un crescendo que se puede calificar de bien relatado, con una interpretación excelente y, por último, algo torpemente resuelto en sus últimos quince minutos, al contrario que en bastantes películas vistas en fecha reciente, que se desarrollaban con no pocos altibajos hasta que podría pensarse que cambiaban de director porque, como quien no quiere la cosa, se producía una importante mejora bañada de suspenso e interés general.




En Intruz, lo que sigue al crescendo pudiera calificarse de descenso, pero, aun así, la escena final de todas, es decir: la del ultimísimo segundo, salva la barquilla que iba camino de despeñarse: crea una sensación de haber visto buen cine y de haber aprovechado, en tan solo dos horas, la oferta de todo un festival de cine.



No se vayan todavía, que viene el coloquio. Ahora mismo, más de un mes desde el término del evento y debido al uso de la lengua polaca en las pertinenetes presentaciones, se desconoce la función exacta de cada una las tres personas que se pertrecharon cómodamente en el borde del escenario de la sala para ofrecernos sus puntos de vista acerca de la obra que se había acabado de ver. Bueno; sus puntos de vista comenzaron a transmitirse en ese mismo idioma que antes se calificó como escasamente comprensible. Sin embargo, los tres personajes -ninguno de ellos, por cierto, actuaba en el film- se percataron del pasmo y confusión que debía transmitir la cara d´El Cinéfilo Ignorante, quien atendía a las palabras del intruso trío sin entender más de una o dos palabras a pesar de seguir hundido en la primerísima fila de la sala.



Así pues, rectificaron los tres y pasaron a expresarse en un inglés que ya quisiera para sí la mayoría los licenciados en Filología Inglesa de cualquier facultad española. Con ello vinieron las convenientes aclaraciones con respecto al proceso de rodaje, adaptación a tierras y costumbres suecas y otros asuntos no menos importantes relacionados con la filmación centrada en el regreso de un homicida a la localidad donde cometió su fechoría.



Es la primera vez de las muchas en qu´El Cinéfilo ha estado presente en una de estas puestas en común en la que ha comprobado que los participantes han mostrado su desacuerdo en asuntos que ligan el guion de la película al comportamiento de un ser humano en la vida real. De tal manera se manifiestan los desacuerdos que, en la tercera ocasión en que, en polaco, se manifiestan las desavenencias, quien parece actuar como presentadora del evento opta por dejar de interpretarlas del polaco al inglés resolviendo la relativa crispación con un "Er... He doesn´t agree with that". ¿Es que creían ustedes que se va al cine a ver una película y sanseacabó?



No se nos olvida recomendar la película Intruz a psicólogos sociales, a psicopedagogos que trabajan de orientadores en centros de enseñanza secundaria, a padres preocupados con los comportamientos díscolos de sus propios hijos pero también seguros de su propio proceder en sus relaciones con ellos, a chicas atraídas por personas de su propio sexo, a fanáticos de los idiomas centroeuropeos, a amantes del cine independiente en general y, como es lógico, a aficionados a polémicas relacionadas con la reinserción de jóvenes delincuentes.
















Tampoco nos olvidamos de la calificación. Teniendo en cuenta el síndrome de Serie de Televisión arriba descrito y el despropósito en el argumento perpetrado tras una escena magistral pero también lo sublime de las interpretaciones, lo contundente de ese plano final y, en suma, lo acertado del planteamiento de la historia, se despacha a Intruz con casi, casi cuatro estrellas. Que ustedes la disfruten sufriendo si hace falta.

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